El primer
paso para empezar a innovar es definir para qué quiero hacerlo. A eso yo le
llamo innovar con sentido estratégico y no por ocurrencias. Para que la
innovación funcione debe estar alineada con la estrategia de la empresa. Si la
innovación no tiene un norte a seguir, que se lo da la estrategia, cualquier
cosa que hagamos innovadora parecerá buena idea.
Una estrategia no debe ser complicada. Puede ser algo tan sencillo como poner en 35 palabras tres cosas: un objetivo, el alcance y la ventaja. El objetivo es lo que la empresa quiere lograr, su objetivo más importante. Debe ser claro, medible, específico y sujeto a un plazo. Este objetivo marcará el rumbo de su empresa y las decisiones que se tomen. El alcance es definir quién es su cliente. Y la ventaja aquello en lo cual su empresa será diferente a la competencia. Así de sencillo. Esta forma de plantear una estrategia la propusieron hace mucho tiempo los profesores David J. Collis y Michael G. Rukstad, bajo el nombre de enunciado estratégico.
Utilizando como ejemplo a Pulse,
una empresa costarricense pequeña la cual admiro y que se define como un estudio de diseño interdisciplinar,
podríamos elaborar el siguiente enunciado estratégico: facturar anualmente
un millón de dólares, ofreciendo un servicio de estudio de diseño, diferenciado
por el conocimiento, la experiencia y el abordaje multidisciplinario, a
clientes con necesidades de soluciones innovadoras a problemas estratégicos, de
comunicación o de diseño.
Cuando ya
tenemos una noción de la dirección que deseamos darle a la empresa, el
siguiente paso es decidir en cuál área vamos a innovar. A veces se piensa que
la innovación solamente se relaciona con nuevos productos y servicios, pero es
un error, se puede innovar en muchas áreas. Larry Keely y sus colegas autores
del libro "Ten types of innovation" sugieren que existen diez
tipos de innovación que se pueden agrupar en tres grandes categorías,
innovaciones "detrás de escenas" o en la configuración del negocio,
por ejemplo, la forma mediante la cual se cobra por el producto o servicio. La
segunda categoría es innovación en los productos y servicio como tales y la
tercera es innovación en la experiencia del cliente.
Tendiendo
claro, hacia donde queremos llevar la empresa y en función de ello
cuál tipo de innovación nos conviene más, llega el momento de, ahora si, ponernos a
innovar. Es decir, aplicar las metodologías y técnicas más apropiadas según lo
anterior. Existen muchas técnicas, a veces incluso caemos en el error
de darle mucho énfasis a ellas, pero sin las definiciones estratégicas previamente mencionadas, las técnicas por si solas no son útiles.
En el
siguiente post conversaremos sobre algunas de esas técnicas.
Este blog fue un resumen de la primera sección de mi libro recientemente publicado, "Empresas innovadoras: cómo empezar a innovar en su empresa sin gastar una fortuna y con poco riesgo". Disponible en Amazon. Si gusta adquirirlo vaya al siguiente enlace por favor.