martes, 6 de agosto de 2019

Cuando su empresa pasa de la niñez a la adolescencia


Si pensamos en una empresa como una persona,  podemos decir que también pasa por etapas: recién nacida, niñez, adolescencia, adultez, envejecimiento y fallecimiento, aunque hay algunas pocas empresas alrededor del mundo que parecen  un inmortal ( de eso podemos hablar en otro post).

Hoy quiero hablarles del momento cuando una empresa pasa de su niñez a la adolescencia. Para eso voy a usar una historia que he visto repetirse muchas veces.

Ana y José tiene muchos años de trabajar en empresas de... (acá ponga lo que usted guste, puede ser de asesoría en cierto campo, de ventas, de fabricación de algún producto) hasta que cansados de los malos tratos de sus jefes, la falta de incentivos y motivados por tener algo propio, deciden montar su propia empresa en la misma área del negocios donde trabajan, pues es donde tienen experiencia.

Como ambos son muy buenos trabajadores consiguen sus primeros clientes, no sin antes tener que batallar arduamente con los trámites, la inversión inicial, el financiamiento de dicha inversión, el mercadeo, la organización del trabajo (cómo se reparten las funciones, cuáles son los "procedimientos" para prestar el servicio o fabricar el producto), entre muchos otros temas más. Ambos están trabajando unas 16 horas diarias, incluyendo casi todos los fines de semana, pero están felices porque ese tiempo es para algo propio como su empresa. Tienen una empresa recién nacida.




Después de un par de años o incluso un poco más, eso depende del tipo de negocio concreto que sea, Ana y José tienen una cartera de clientes estable, "solamente" trabajan unas 10 a 12 horas diarias y alguno que otro fin de semana,  su salud financiera es estable, no abundante pero al menos cubren su salario y queda algo para re invertir en la empresa. Además, tienen una o dos personas que les ayudan con las cuestiones básicas operativas. Es decir, incluso están creando empleo. Ahora tienen una empresa en niñez.




Como ellos son buenos en lo que hacen, pronto sus clientes empiezan a referirles nuevos clientes. Ana y José emocionados empiezan a aceptarlos. Al inicio vuelven a sus jornadas de 16 horas diarias pero piensan que es temporal, porque ahora la empresa le toca crecer. Ambos empiezan a sentirse cansados y deciden que es hora de contratar más personal.

Ya ellos tenían dos personas, pero eran muy operativas, por eso deciden incluir dos más pero pensando que les ayuden a ellos directamente en la atención de clientes. Con eso ellos piensan que todo está resuelto. Pero pronto se dan cuenta que ahora deben, además de hacer su trabajo supervisar a los dos nuevos empleados. Además, los clientes resienten que no sean Ana o José quienes les atiendan a ellos directamente. Muchas veces los nuevos empleados no tienen el mismo método de Ana y Jose, para atender a los clientes o para prestar el servicio. Muy pronto Ana y Jose empiezan a tener que hacer su propio trabajo pero además corregir o ayudar a sus nuevos empleados con el suyo.

Ahora la empresa está en un punto de quiebre, tiene sus primeros dolores de crecimiento, pues está por pasar de la niñez a la adolescencia.


Acá pueden suceder varias cosas.

Una es que Ana y José decidan despedir a sus empleados, quedarse ellos dos con solo un par de personas muy operativas y volver al estado anterior, rechazando nuevos clientes y operando como una empresa en niñez permanente. Esta opción es muy valida, no quiero menospreciarla. Conozco mucha gente que opera de esta forma. Una micro empresa, que tienen bajo control, con una cartera de clientes estable pero que muchas veces les permite a las personas emprendedoras, Ana y José para nuestro caso ficticio, dedicarse a otras cosas que pueden ser igual o más importantes: su familia, alguna pasión, estudiar, en fin, muchas otras cosas que les llenan o satisfacen en otros ámbitos.

Otra cosa que puede suceder es que Ana y José decidan contratar más gente. Es decir, además de los dos empleados operativos y los dos que les ayudan con las funciones más importantes de la empresa, hacen una apuesta más agresiva e incluyen más personal. El problema acá es que si no resolvieron la situación con sus dos primeros empleados, con los nuevos puede ser una repetición del problema, más desorden administrativo, más sobrecarga de funciones, más estrés para ellos como fundadores y menos calidad para los clientes. Esto a la larga puede llevar a la empresa a fallecer.

La tercera opción es que la empresa logre dar el paso de niñez a adolescencia de forma correcta. Eso pasa por crear sistemas efectivos en la empresa. Por sistemas no me refiero a cuestiones computacionales, sino a formas de hacer las cosas. Es decir, que Ana y José logren que cualquier persona pueda atender a sus clientes de forma efectiva y sin que el cliente resienta que deban ser solamente ellos los que les atienden. En pocas palabras, que no deban estar ellos siempre presentes para que el trabajo se realice de forma ordenada, sistemática y predecible.

Para lograr esto hay varias metodologías que nos pueden ayudar a lograrlo. De ello hablaremos en nuestro próximo post.

Espero que me acompañen.




6 comentarios:

  1. Muy interesante Post. Espero el que sigue.

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  2. Exc post me sentí identificada espero estar practicando la tercera opción, difícil de realizar pero si se puede

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    1. Hola muchas gracias por responder y buenísimo que lo estén logrando. Estaría bonito escribir el caso, quizá, si te parece, podemos intentarlo. Dime si te interesa. Saludos. Gracias.

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  3. Hola muchas gracias por comentar, me alegra que te gustara. Gracias.

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